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lunes, 6 de abril de 2015

"NARCOTRAFICO"...EL FENTANILO PREOCUPA A LA ONU Y A EEUU...EL INFORME...



domingo, 5 de abril de 2015



Por Drogoteca
Ciudad de México,-NARCOVIOLENCIA,-Una droga que apareció en escena la década pasada ha comenzado a preocupar a la Organización de Naciones Unidas (ONU) y al gobierno de Estados Unidos. Se trata de una sustancia que se creía había desaparecido, pero volvió silenciosamente. Autoridades han asegurado que la caída del consumo de cocaína, la legalización de la mariguana y el repunte de la heroína impulsaron el regreso del fentanilo y sus derivados, como la mezcla llamada “china white”.

Aquel fantasma está de nuevo en las calles, e incluso ya hasta hay alertas porque representa una “amenaza” en el país norteamericano. Los cárteles mexicanos han entrado a este negocio, y según reportes, podrían ser los proveedores de estos narcóticos.

En el sexenio de Vicente Fox Quezada (2000-2006), la palabra fentanilo comenzó a leerse en los boletines de la Procuraduría General de la República (PGR). A nivel oficial sólo se le había hablado de esa sustancia por su uso médico, puesto que el fentanil es un calmante –más fuerte que la morfina– usado para tratar enfermedades graves como el cáncer. Sin embargo, durante la gestión de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), ex Presidente mexicano que declaró la “guerra contra el narco”, se informó sobre el desmantelamiento de dos laboratorios clandestinos –uno en Sonora y otro en el Estado de México– donde se sintetizaba el fármaco, el cual mató a tres personas en Estados Unidos a finales de 2005 y principios de 2006, según declararon autoridades de ambos países.

El fentanilo o también llamado “heroína sintética”, porque pertenece a los opioides sintéticos, tiene su historia en Afganistán que, ante la escasez de heroína producida por una enfermedad en la adormidera de opio, migró a varios países europeos en la década pasada y de ahí brincó a otros mercados, de acuerdo con el “Informe Mundial Sobre las Drogas 2012 de la Organización de las Naciones Unidas”.

Los opiáceos son un grupo de narcóticos que incluyen drogas naturales derivadas de la adormidera –como el opio–. Los integrantes de esta familia son: la morfina, codeína, sustancias semisintéticas como la heroína, así como los opioides completamente sintéticos como la metadona, la petidina, fentanilo y otros inventos como desomorfina (también conocida como “krokodil”), el opio acetilado (conocido como “kompot”) y la buprenorfina, por decir algunos.

Algunas de estas sustancias son inhibidores del sistema nervioso central y se usan para el tratamiento del dolor y otros trastornos, bajo supervisión médica cercana, según la guía llamada “información sobre trastornos del uso de drogas”, publicado por la Fundación Gónzalo Río Arronte, I.A.P [Institución de Asistencia Pública].

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Te presentamos la historia de una persona que ha probado esta poderosa droga considerada como el hermano mayor de la heroína
Era mi primer libro comprado como adulto: Para una fenomenología de las drogas de Antonio Escohotado. Me lo devoré una y otra vez imaginando cómo sería experimentar todas esas sustancias que nunca había probado. A esa edad ya había consumido todas las drogas que había en el mercado negro más inmediato (no existía internet, al menos no como ahora) y de las legales —incluyendo las de farmacia—, por lo que conocía un par de docenas de especialidades psicoactivas.

Algunas como el éter o el cloroformo me gustaban por su olor intenso a química, pero no por sus efectos; el LSD me maravillaba y lo tomaba como quien come M&Ms; la cocaína no me llamaba mucho por aquel entonces; el speed —y la Dexedrina o la Centramina— me servían para trabajar jornadas de 12 horas como mesero; el 5-MeO-DMT me daba "yuyu" pero me gustaba; odiaba el popper y los inhalantes; y la heroína, la codeína, la morfina y el opio me ayudaban a relajarme ocasionalmente. Supongo que soy de esas personas extrañas a las que los opiáceos y opioides en lugar de provocarnos una relajación "babosa", nos activan y nos permiten enfrentar mejor los trabajos intelectuales de largo recorrido (no sirven para estudiar una noche antes para un examen).

De todas las drogas sobre las que leía en aquel libro de Escohotado, hubo una que me llamó mucho la atención: el fentanilo. Era una sustancia de muy alta potencia que parece que ya se había usado en alguna ocasión para adulterar heroína o para fabricar su "falsa versión". No sólo se mencionaba el fentanilo, que tiene unas 100 veces la potencia de la morfina. También había alguna mención a la famosa "China White" que lejos de ser simple heroína blanca (clorhidrato de heroína) era un compuesto creado en el mercado negro por un químico clandestino: el alfa-metil-fentanilo. Un pequeño cambio en la molécula que la hacía caer fuera de las listas de prohibiciones en ese momento —como ocurre ahora con los research chemicals legales— pero que rápido solventaron las autoridades incluyéndolo en la más restrictiva prohibición.

No era la primera vez que escuchaba algo sobre una droga de esa familia. De niño recuerdo haber escuchado en televisión que hablaban de una droga que ellos bautizaban como "Tango & Cash" y que no era sino una variación del fentanilo. En aquella época se vendía mucho lo de comparar "el poder de adicción". Y habían decidido que esa droga era 600 veces más adictiva que la propia heroína. No 600 veces más potente, sino más adictiva... decían.

Yo me preguntaba, si se suponía que la heroína era el-gran-shot-superadictivo-que-engancha-a-la-primera, ¿cómo podía ser una sustancia 600 veces "más adictiva"? Sabía, ya a esa edad, que no enganchaba a la primera, que exigía algo más de frecuencia y una predisposición previa al asunto. Pero el mito de algo mucho más potente y más adictivo, como los derivados del fentanilo, se quedó en mi cabeza durante años, pensando que era improbable que tuviera ocasión de cruzarme con esa droga y saberlo. Podía encontrarla como adulterante pero no había mercado a mi alcance para ella.

La siguiente vez que escuché hablar de ella fue en uno de los episodios más sucios en la historia de la medicina de España. Seguro que muchos de los afectados de Hepatitis C lo recuerdan: Juan Maeso. El yonki Maeso era el anestesista de un hospital público en Valencia y le gustaban los opiáceos, con especial atención al fentanilo. Los anestesistas son las personas que tienen la llave de la vida y la muerte entre los fármacos de acción inmediata para un ser humano. A Juan Maeso se le olvidó durante diez años, de 1988 a 1998, que cuando te inyectas con una jeringuilla o la metes en un bote con sustancia una vez usada, estás transmitiendo tus posibles virus a quien la use después, y por eso deben ser desechadas siempre. Pero él no era tonto y no lo hacía al revés: él no se inyectaba después de usar las jeringas en los pacientes, sino se hubiera contagiado de todos los virus que pasaban por el quirófano.

El informe de los genetistas era aplastante. Nunca habían encontrado un grupo epidémico donde brotara el virus de la Hepatitis C y se pudiera trazar con tanta cercanía el origen vírico: el 80% de sus pacientes habían sido infectados por el médico.

Por supuesto, Maeso fue condenado en un larguísimo juicio y a más de mil años de cárcel, de los que no cumpliría más de 20 por la ley en ese momento. Le pusieron una multa de medio millón de euros a cada paciente infectado, que tuvimos que pagar todos los contribuyentes por ser responsables subsidiarios del hospital público. Uno de los actos médicos más miserables que he conocido jamás con un personaje igual de miserable, nuestro yonki Maeso.

Tras aquello, solo una vez más volví a saber del fentanilo y esta vez fue como arma química.

¿Recuerdan la crisis de rehenes del Teatro Dubrovka, en Moscú? El 23 de octubre del 2002 un grupo de 50 hombres armados y equipados con explosivos tomaban un teatro a mitad de una función. Tomaron cerca de 900 rehenes, de los que cerca de 90 consiguieron escapar en los primeros momentos. Cuando la cosa se fue alargando en una situación sin salida para los secuestradores y los rehenes, el gobierno de Putin tomó la decisión de tomar el lugar con tropas especiales, y con medios únicos. Hasta el momento y que se sepa, jamás se había usado el Kolokol-1 en una acción con personal civil. El producto ruso secreto es una mezcla de halotano o alguna variante de dicho gas anestésico y un aerosol de alguna variante del fentanilo, de manera que mediante la simple respiración en un lugar inundado con ese gas (que no huele ni se ve) uno va quedando anestesiado en cuestión de minutos.

En principio la idea no era mala. No era la peor de todas, al menos. Intentaban entrar sin tener que hacerlo disparando en un lugar abarrotado de rehenes. Pero la política de drogas rusa les jugó una mala pasada. Putin dio la orden y se usó el Kolokol-1, que cayó como una bomba en los agotados cuerpos de personas retenidas sin aseo, descanso ni buena alimentación bajo un secuestro, así como en los de sus secuestrados. Apenas se disparó una pistola, pero murieron 192 rehenes como consecuencia del uso de esas drogas. ¿Por qué? Porque Rusia se opone a todo tipo de aproximación racional a las drogas, de manera que no existen programas de metadona o de buprenorfina para desengancharte, y los usuarios de drogas ahí no importan nada. Por esa razón, las reservas que tenían disponibles de naloxona —el antídoto del fentanilo y los opiáceos— eran las de uso normal en el quirófano, para revertir el efecto de la anestesia. Pero no tenían naloxona suficiente para 900 personas y 192 murieron drogadas por su gobierno.

¿Fue la salida menos mala? Nunca lo sabremos.

Y años después, ya con la llegada de los mercados de drogas online como Silk Road o el recién desaparecido Evolution, tuve la posibilidad de acceder a la droga: podía comprar fentanilo.

La primera curiosidad es que —aunque barato en cuanto a cada dosis— es una sustancia que se mide en microgramos: millonésimas de gramo. Así que no resulta buena idea comprar fentanilo en ese estado, puro y en polvo, si no tienes un traje HAZMAT. Una corriente de aire es suficiente para que respires varias dosis mortales. Las únicas formas fiables de fentanilo, a mi entender, son las preparaciones farmacéuticas desviadas del mercado lícito. Vienen en un vial para inyección o en los parches conocidos popularmente como "parches de morfina", aunque no tengan morfina alguna.

Como yo no pensaba inyectarme, me quedaba con los parches. Y por ellos fui, Bitcoin en mano, a comprar al darknet de las drogas. Al cabo de unos días recibí un discreto paquete que contenía el pedido: una caja de cinco parches de 50 microgramos/hora de fentanilo. Caros, porque cada parche contiene en total unos ocho miligramos de fentanilo —varias dosis mortales para un novato— que se puede usar en trozos por vía de la mucosa bucal y también fumado, aparte de su uso correcto sobre la piel, pero cuesta unos 60 euros el parche de 50 mcgs/h en el mercado negro.

El uso correcto no es que carezca de riesgos: hace poco murió una niña que había tomado un parche ya usado de la basura e, imitando a su abuela enferma, se lo había puesto sobre la piel. Se fue a dormir y no despertó jamás. El fentanilo es, sobre todo y ante todo, una sustancia muy peligrosa en su manejo y uso fuera de manos entrenadas.

Personalmente me resultó un fármaco que al principio califiqué como "opioide psiquedélico" porque cuando lo fumaba, a veces en mitad de una frase o caminando a algún lugar de la casa, me quedaba dormido —pero de pie y sin caer— y con visiones geométricas muy intensas en bellos colores azules y amarillos. Duraban algo menos de un minuto y me despertaba en el mismo sitio, con memoria de lo visto en esos pliegues oníricos. Las primeras veces tienen un color y una intensidad tan vívidas como las primeras veces con heroína u opio en grandes dosis, y no son iguales cuando adquieres tolerancia.

El fentanilo, aunque es un opioide, produce un exceso de liberación de dopamina, lo cual hace que quieras redosificarte —como si fuera cocaína— cada poco tiempo, pero sin embargo los efectos opioides no se van tan rápido. Si tuviera que darle un consejo rápido a algún suicida de las drogas que piense probarlo, eso sería lo primero: que no lo haga nunca estando solo y que limite antes de empezar a consumir la cantidad que va a usar. Dos: que encargue a su cuidador que retire el resto para no sobrepasar el límite. No es bueno redosificar, pero si alguien quiere entregarse al impulso de hacerlo, que use porciones mucho más pequeñas que las mencionadas, o se enfrentará al fentanilo como anestésico: es un puto animal como fármaco.

Por supuesto que a los añadidos de los riesgos de usar opioides se le tiene que sumar el riesgo de caer inconsciente durante breves lapsos, pero no en la forma de la heroína sino algo mucho más brusco. Si esto te agarra con una tijera (cortando un trozo de parche, por ejemplo) puedes caer sobre ella y metértela por el cuello sin enterarte. Y así todas las cosas malas que pueden pasar si de repente quedas inconsciente y anestesiado al dolor. Por eso el lugar más seguro es un asiento o sillón amplio, donde si caes lo hagas en blando, lejos del fuego de los cigarros o velas, sin instrumentos cortantes cerca y vigilado por alguien para que no te hagas daño, o por si hay que llamar a una ambulancia.

Hay quien cree que fumar algo desconocido tiene menos riesgo que esnifar o ingerir algo desconocido: bienvenidos al mundo de las drogas de altísima potencia en las que una calada de humo puede ser suficiente para matar a una persona. Y si alguna vez pensaste que la heroína era un fármaco peligroso, no querrás conocer a su "hermano mayor": el fentanilo.

Advertencia: El autor no pretende incitar a nadie al consumo de fentanilo. De hecho, lo desaconseja —como opinión personal— por ser una droga demasiado peligrosa en su manejo y efectos. Su capacidad adictiva no es menor que la de la heroína y ya puede suponer el lector lo que le acarrearía engancharse a algo similar. El fentanilo dentro de una terapia con un médico no conlleva los riesgos mencionados, sino que es similar a la morfina en su gestión como analgésico. Para una descripción mucho más detallada de los riesgos, efectos y peligros.
MAS INFORMACIÓN SOBRE EL TEMA DEL FENTANILO:

El fentanilo, droga que mató a Philip Seymour Hoffman, vuelve y preocupa a las autoridades


Ciudad de México, 5 de abril (SinEmbargo).– Una droga que apareció en escena la década pasada ha comenzado a preocupar a la Organización de Naciones Unidas (ONU) y al gobierno de Estados Unidos. Se trata de una sustancia que se creía había desaparecido, pero volvió silenciosamente. Autoridades han asegurado que la caída del consumo de cocaína, la legalización de la mariguana y el repunte de la heroína impulsaron el regreso del fentanilo y sus derivados, como la mezcla llamada “china white”.

Aquel fantasma está de nuevo en las calles, e incluso ya hasta hay alertas porque representa una “amenaza” en el país norteamericano. Los cárteles mexicanos han entrado a este negocio, y según reportes, podrían ser los proveedores de estos narcóticos.

En el sexenio de Vicente Fox Quezada (2000-2006), la palabra fentanilo comenzó a leerse en los boletines de la Procuraduría General de la República (PGR). A nivel oficial sólo se le había hablado de esa sustancia por su uso médico, puesto que el fentanil es un calmante –más fuerte que la morfina– usado para tratar enfermedades graves como el cáncer. Sin embargo, durante la gestión de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), ex Presidente mexicano que declaró la “guerra contra el narco”, se informó sobre el desmantelamiento de dos laboratorios clandestinos –uno en Sonora y otro en el Estado de México– donde se sintetizaba el fármaco, el cual mató a tres personas en Estados Unidos a finales de 2005 y principios de 2006, según declararon autoridades de ambos países.

El fentanilo o también llamado “heroína sintética”, porque pertenece a los opioides sintéticos, tiene su historia en Afganistán que, ante la escasez de heroína producida por una enfermedad en la adormidera de opio, migró a varios países europeos en la década pasada y de ahí brincó a otros mercados, de acuerdo con el “Informe Mundial Sobre las Drogas 2012 de la Organización de las Naciones Unidas”.

Los opiáceos son un grupo de narcóticos que incluyen drogas naturales derivadas de la adormidera –como el opio–. Los integrantes de esta familia son: la morfina, codeína, sustancias semisintéticas como la heroína, así como los opioides completamente sintéticos como la metadona, la petidina, fentanilo y otros inventos como desomorfina (también conocida como “krokodil”), el opio acetilado (conocido como “kompot”) y la buprenorfina, por decir algunos.

Algunas de estas sustancias son inhibidores del sistema nervioso central y se usan para el tratamiento del dolor y otros trastornos, bajo supervisión médica cercana, según la guía llamada “información sobre trastornos del uso de drogas”, publicado por la Fundación Gónzalo Río Arronte, I.A.P [Institución de Asistencia Pública].

UNA DROGA EN PARCHE


La sustancia se usa en todo el mundo como anestésico. Foto: FarmacovigilanciaTV

El fentanilo, como anestésico, se usa actualmente en los hospitales de todo el mundo; sin embargo, se ha comenzado a tomar cartas en el asunto para su regulación y en algunos casos se ha propuesto retirar del mercado algunos productos con este activo, debido a que muchas personas han muerto de sobredosis. Inclusive hubo un repunte de muertes cuando este fármaco legal comenzó a venderse en parches transdérmicos.

Autoridades de salud europeas y americanas han emitido alertas para que los médicos, pacientes y sus cuidadores tomen precauciones.

El pasado mes de marzo, la Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés) emitió una alerta nacional sobre los peligros del fentanilo y de una mezcla entre esta sustancia con heroína, conocida comúnmente como “china white”.

“Incidentes de drogas y de sobredosis relacionadas con fentanilo se están produciendo a un ritmo alarmante”, dijo el administrador de la DEA, Michele Leonhart, publicó la agenciaNotimex.

Expuso que los cargamentos incautados de fentanilo provinieron de México, Alemania, Japón y China. Pero en algunos estados como California, era mercancía mexicana.

La alerta fue emitida a través del Centro de Inteligencia de El Paso (EPIC) a todas las corporaciones de policía en Estados Unidos.
Tanto la agencia estadunidense como la ONU han coincidido que en la década pasada hubo un boom de esta droga, y entre 2010 y 2011 se apagó; no obstante entre 2014-2015 hubo un nuevo repunte.

El Sistema Nacional de Información de Laboratorio Forense (NFLIS, por sus siglas en inglés), institución que posee datos de los laboratorios de la policía estatal y local de EU, reportó tres mil 344 casos de consumo de fentanilo en 2014, en comparación con 942 en 2013.

En 2014, el actor Philip Seymour Hoffman falleció a los 46 años de una sobredosis. Su cuerpo fue encontrado en su departamento de Nueva York el 2 de febrero de ese año. Autoridades sostuvieron la sospecha que la droga que él usó fue una mezcla entre heroína y fentanilo, o también llamada “china white”.

El documento “Evaluación Nacional de las Amenazas de las Drogas de 2014″, realizado por la DEA, indica que en México se produce casi la mitad de la heroína que se encuentra en Estados Unidos, y adjudica esa tendencia a la caída del consumo de la cocaína y la despenalización de la mariguana.

En el reporte de 2013, la DEA informó que la disponibilidad de heroína en Estados Unidos ha mantenido una constante alza asociada al “incremento de la producción mexicana” y a la expansión de los cárteles mexicanos en el este y medio oeste de la Unión Americana, zonas antes abastecidas con heroína blanca de producción asiática y colombiana.

Un factor es el creciente tránsito de heroína colombiana por territorio azteca en dirección al norte. Informes de Interpol apuntan a que el fortalecimiento de la sociedad México-Colombia y la evidencia en calle prueban que especialistas químicos de origen colombiano trabajan para narcotraficantes mexicanos en la producción de heroína blanca, más preciada que el tradicional compuesto café obtenido de las refinerías mexicanas desde principios del siglo pasado.

Los montos de la heroína confiscada por las autoridades estadounidenses en su frontera suroeste con México se ha “incrementado significativamente”. El Sistema Nacional de Aseguramientos de Estados Unidos detalló que el volumen descubierto en ese límite territorial pasó de 558 kilos de heroína en 2008 a 1 mil 855 kilos en 2012, un alza de 232 por ciento.

Autoridades estadunidenses aseguraron 12 kilogramos de fentanilo durante 2014 en la costa oeste, que, dijeron, provenía cárteles mexicanos.

En enero, el subsecretario de Estado de EU para asuntos de narcóticos, William Brownfield declaró que en los últimos tres o cuatro años el consumo de heroína en ese país aumentó un 65 por ciento, convirtiéndose en un “problema nacional”.

Durante una conferencia, el funcionario americano llamó a los gobiernos de Estados Unidos, Canadá y México a atender la problemático, pues consideró que el consumo de esta droga se disparó en un muy corto periodo de tiempo.

En febrero de 2014, la Oficina de la Casa Blanca sobre Políticas de Control de Drogas publicó el informe “Lo que Estados Unidos gasta en drogas ilegales: 2000-2010″, una investigación estadística basada en consumo conocido y sus tendencias, las incautaciones hechas sobre diferentes drogas y el valor callejero de las sustancias prohibidas.

La investigación arrojó que los estadunidenses consumieron en 2010 una cantidad de heroína que, convertida en dinero, oscila entre 15 mil y 45 mil millones de dólares con una estimación media de 27 mil millones de dólares.

A pesar que los datos indican que México es productor de heroína y que se han desmantelado laboratorios de fentanilo y la DEA aseguró que esta sustancia viene de México, no hay datos sobre el consumo de “heroína sintética”, ni muertes por “china white”, de acuerdo con el Colectivo Para Una Política Integral Hacia las Drogas en México, y el doctor Jesús Antonio Orueta Álvarez, subdirector de Hospitalización y Proyectos Clínicos de Centros de Integración Juvenil, AC.

“No, en los tres años que llevo en mi encargo, yo no he sabido de ningún caso relacionado con entanilo”, dijo Orueta Álvarez, en entrevista para SinEmbargo.

–Con información de Humberto Padgett

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