Se agrava la situación de un suboficial al que vincularon con un presunto plan para atentar contra un juez y un fiscal. Germán Almirón fue acusado de alertar a la banda para que evitara persecuciones. Hasta enero integró la División Judiciales.
Un policía que perteneció hasta enero pasado a la División Judiciales de la Unidad Regional II fue procesado por utilizar su condición de funcionario de esa fuerza para dar protección a una organización de narcotraficantes desbaratada en febrero pasado, cuyo liderazgo se atribuye a Reina Isabel Quevedo, una mujer de 60 años domiciliada en Fisherton a la que se detuvo en Salta transportando 80 kilos de cocaína con destino a Rosario.
El nombre del suboficial acusado, Germán Matías Almirón, tuvo gran estridencia hace tres semanas. Fue cuando el juez federal que ahora lo procesó, Carlos Vera Barros, al seguirlo mediante escuchas telefónicas realizadas en Buenos Aires creyó advertir en sus diálogos los actos preparatorios de un plan para atentar contra la vida de dos funcionarios judiciales rosarinos: el juez de Instrucción Juan Carlos Vienna y el fiscal de Cámaras Guillermo Camporini.
En ese momento Almirón estaba detenido desde hacía dos meses, acusado del facilitamiento doloso de la fuga de Juan Domingo Ramírez. Este hombre, al que se le adjudica ser sicario de la banda de Los Monos, se escabulló de la Jefatura de Rosario de modo inconcebible, dado que se zafó de las esposas y nadie lo vio salir.
Protector. Ayer Almirón fue procesado por integrar una estructura dedicada al tráfico de estupefacientes. Según Vera Barros su rol era brindarle protección a la banda, consiguiendo informaciones relativas a investigaciones en curso, aportando datos sobre vehículos con los cuales se efectuaban seguimientos como también brindando contactos con personas para adquirir estupefacientes.
Uno de los líderes de esa agrupación narco, según la investigación de la fiscal Nº 2 Adriana Saccone, era Julio César Feldkircher, un hombre con domicilio en Funes que fue procesado hace un mes como integrante de la banda.
Vera Barros estimó que, como funcionario policial, Almirón integró —en carácter de coautor junto a Feldkircher— una organización criminal dedicada al tráfico de drogas. “Su accionar fue indispensable porque tenía acceso a información relacionada con el tráfico de estupefacientes, proporcionando este conocimiento producto de su cargo a la organización encabezada por Julio César Feldkircher”.
Entre otros ejemplos de su aporte, Vera Barros consigna una charla entre Feldkircher y Almirón. El primero dice que fue seguido por un Fiat Siena que, según cree, es de Judiciales. Almirón replica: “Después decime qué auto es y yo pregunto si querés”. Al final del mismo diálogo, respecto del Siena, quien sería Almirón dice: “¿Es blanco o gris? Nuestro no es seguro, pero te puedo decir de quién puede ser. Nosotros tenemos, escuchá bien: Ranger gris polarizada, Corsa blanco, Corsa gris, Peugeot 206 negro y una camioneta Ford Vieja, eso es lo que tenemos, no hay otra cosa”.
Detectados. El 8 de febrero pasado dos vehículos fueron interceptados en una ruta de Metán, Salta, llevando 80 kilos de cocaína. En uno de los vehículos iba Reina Quevedo. La pesquisa para frenarlos había surgido en Rosario (ver aparte).
Al mismo tiempo que en la provincia norteña se realizaba este procedimiento, en Rosario eran apresadas las personas acusadas de organizar y concretar ese acto de narcotráfico. Seis de los siete individuos detenidos entonces fueron procesados un mes después, el 8 de marzo, por delitos que incluyen el transporte, preparación y comercialización de estupefacientes y les dictaron prisión preventiva.
Al procesarlos, el juez Vera Barros determinó que los cabecillas eran Reina Quevedo (hermana de Arturo Carau Quevedo, quien tuvo un final sangriento ejecutado de siete balazos en Villa Gobernador Gálvez en octubre de 2012) y Julio César Feldkircher. Según el juez, ella proveía la droga a fin de que Feldkircher la estirara para venderla.
La investigación la había iniciado el ex fiscal Juan Murray como desprendimiento del operativo que, en septiembre pasado, había detectado una cocina de cocaína en Funes controlada por Delfín David Zacarías, dueño de una empresa de remises en Granadero Baigorria.
La conclusión del seguimiento telefónico efectuado por la División Operaciones de Drogas Peligrosas de la Policía Federal en Buenos Aires fue que Reina Quevedo aparecía como proveedora y que el grupo se abastecía en Salta para que Feldkircher elaborara estupefacientes a distribuirse y comercializarse por otras personas, ya sea en bunkers como en delivery.
Escuchado. De las escuchas que permitieron esas detenciones algo había quedado pendiente. Se había detectado que Feldkircher mantenía contactos con un policía de la División Judiciales apodado “Fer” o “Ruso”, que le advertía sobre los vehículos que usaban las fuerzas federales en las tareas investigativas, lo que ponía en peligro las pesquisas. Una pericia de voz más la identificación del aparato de comunicación utilizado determinó que se trataba de Almirón. Este policía, para Vera Barros, efectuaba con ese rol uno de los aportes necesarios para el éxito de la banda.
El lugar donde estaba alojado Almirón al momento de las escuchas era la Alcaidía Mayor de Jefatura. Al ser indagado negó su vinculación con todos los delitos adjudicados. Algo que según el juez no pudo avalar, “dado que de las escuchas mencionadas se desprende su vinculación con la organización investigada”.
Otro elemento que para el juez torna indudable que la persona escuchada en el teléfono es Almirón es que el hombre al que se escucha se queja de que no le dieron la libertad por el delito de facilitar la fuga de Ramírez en una causa que maneja la jueza de Instrucción Alejandra Rodenas. Y por esos días Rodenas informó que la única persona a la que se le había denegado un pedido de prisión domiciliaria por esa evasión era a Almirón.
Junto con el procesamiento, Vera Barros le impuso al policía la prisión preventiva y le trabó un embargo de 20 mil pesos sobre sus bienes.
La banda de Quevedo cayó en febrero en Salta
La mañana del pasado 8 de febrero, en una estación de servicios de la localidad salteña de Metán, la Policía Federal apresó a cuatro personas que iban en dos vehículos: una VW Amarok gris y una Toyota Rav 4. La requisa determinó que en la Toyota había 80 panes de cocaína.
En ese auto iban Reina Quevedo, su dueña, y Cristian Palomeque, un remisero que actuó como chofer. En la Amarok apresaron a Silvana Barbora, su propietaria, y a Sergio Galarza, a quien se lo considera un contratado por Quevedo como custodio de la carga. El hallazgo de materias primas destinadas a producir y fabricar estupefacientes en los domicilios de Rosario, por ejemplo en uno de calle Acevedo, acredita que la droga secuestrada en Salta tenía como destino “ser cocinada”.
Fuentes judiciales destacaron que los elementos que obran como evidencia contra el grupo fueron las escuchas telefónicas, los seguimientos personales efectuados en Rosario y filmaciones de los implicados. La madre de Reina Quevedo, una mujer de 80 años, también fue procesada por igual delito dado que en su casa de calle Acevedo podría cocinarse la cocaína...
"EL NARCOTRÀFICO PAGA CON LA MUERTE"...SI UN POLICÍA ES ALIADO DE NARCOTRAFICANTES, ENTONCES INMEDIATAMENTE SE TRANSFORMA EN UN ASESINO DE POLICÍAS"...El caso del policía Germán Almirón... Titulado, comentado y publicado por Miguel...
"EL NARCOTRÀFICO PAGA CON LA MUERTE"...SI UN POLICÍA ES ALIADO DE NARCOTRAFICANTES, ENTONCES INMEDIATAMENTE SE TRANSFORMA EN UN ASESINO DE POLICÍAS"...El caso del policía Germán Almirón... Titulado, comentado y publicado por Miguel...
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