Tal fenómeno se encuentra detrás del asesinato de tres empresarios argentinos, cuyos cuerpos fueron encontrados acribillados el pasado 13 de agosto en una zanja de la localidad de General Rodríguez, en la periferia oeste de Buenos Aires.
Los empresarios habían desaparecido dos días antes. Los asesinos se ensañaron especialmente con uno de ellos: Sebastián Forza, cuyo cuerpo tenía ocho impactos de bala y quien fue rematado de un disparo en la cabeza.
Forza y uno de sus socios, Ariel Vilán –quien posteriormente “se suicidó”– contribuyeron con 118 mil dólares a la campaña electoral de Cristina Fernández de Kirchner, quien fue elegida presidenta de Argentina el 28 de octubre de 2007, según el informe de ingresos y egresos de la campaña presidencial citado por el diario Crítica de la Argentina el pasado 25 de agosto.
El Gobierno descartó que el narcotráfico mexicano haya financiado la campaña de Cristina Férnandez. “Es un disparate absoluto que no tiene ninguna consistencia”, aseguró a la prensa el ministro del Interior, Florencio Randazzo, durante una entrevista realizada el 28 de agosto.
Sin embargo, la noticia acaparó las primeras planas y las columnas de los principales diarios del País. “Es una nueva granada que estalla en la cara del Gobierno”, señaló el 30 de agosto el reconocido analista político Alfredo Leuco en su sitio de internet (alfredoleuco.com.ar).
Agregó: “¿Quién era el recaudador de la campaña (electoral de Cristina Fernández)? Héctor Capaccioli. ¿Quién es Capaccioli? Políticamente es un hombre de la confianza de Alberto Fernández, quien fue jefe del Gabinete (hasta el pasado 23 de julio). Pero además es el superintendente de Servicios de Salud. Es el encargado de controlar todo lo que tenga que ver con la salud en la Argentina (…) Forza puso el dinero y Capaccioli era el responsable de tomar decisiones que podían afectar para bien o para mal las actividades de Forza”.
Los tres empresarios estaban ligados al mundo farmacéutico: Forza, de 34 años, fundó la distribuidora de medicamentos Seacam S.A.; Damián Ferrón, de 37 años, se dedicaba a la compraventa de este tipo de productos y Leopoldo Bina, de 35 años, era importador de productos químico-farmacéuticos.
Según agentes investigadores del caso, los tres se habían asociado para vender efedrina a narcos mexicanos que habían instalado laboratorios clandestinos de drogas sintéticas en el Gran Buenos Aires, que comprende la capital argentina y su zona conurbada.
El pasado 18 de julio la Policía desbarató uno de estos laboratorios. Estaba ubicado en la localidad Ingeniero Maschwitz, al oeste de la capital. En el operativo fueron incautados 20 kilos de metanfetaminas, suficientes para fabricar 200 mil pastillas de éxtasis. La gran sorpresa fue que nueve de los diez detenidos eran mexicanos, la mayoría oriundos de Guanajuato.
Ellos son Rubén Rodríguez Cano, Édgar Rocha Mendoza, Miguel Ángel Sierra Chávez, José Luis Velasco Colón, Salvador Barrera Valdez, Jorge Jerónimo Lira, Luis Rocha Mendoza, Rodrigo Lozano Rodríguez y Jesús Arroyo Vergara.
El único argentino arrestado fue identificado como Marcelo Tarzia, quien –según los agentes investigadores– conectó a Forza con los narcos.
Pero el caso tiene otros condimentos: Ariel Vilán, presidente de Uniforma, una pequeña empresa productora y distribuidora de fármacos, y quien tenía negocios con Forza, se suicidó el 24 de agosto arrojándose desde una ventana de un edificio del barrio porteño de Boedo. Días después, una bolsa con chequeras a su nombre apareció tirada en una acera del barrio. “Fue un claro mensaje mafioso”, comentó al reportero una fuente ligada a la investigación.
Los agentes investigadores argentinos se preguntaron por qué llegaron los narcotraficantes mexicanos. La respuesta es simple: el precio de un kilo de efedrina es de 100 dólares en Argentina, mientras que en México es de hasta 10 mil dólares. Los narcos sacaron cuentas y enviaron a sus hombres.
Algo más los sedujo: la falta de controles rigurosos. En 2005 el Congreso argentino aprobó una ley que obliga a los importadores de efedrina a registrarse ante las autoridades. Sin embargo, el Ejecutivo aún no emite el reglamento respectivo. Otra ley que impulsa el control y seguimiento de ese producto se encuentra congelada en el Congreso.
“Tan fáciles resultan las cosas que los cárteles colombianos y mexicanos decidieron fabricar éxtasis directamente en Argentina. Es decir, el País dejó de ser proveedor de una materia prima, la efedrina, para ahora fabricar la droga”, escribió el 20 de agosto el analista político Joaquín Morales Solá, en su columna del diario La Nación.
Fuentes de seguridad citadas por el sitio de internet Seprin, que suele ser vinculado a los servicios de inteligencia del Estado, dijeron que detrás del triple crimen está el cártel de Sinaloa.
Los investigadores argentinos se pusieron en contacto con especialistas mexicanos en narcotráfico, según dijeron a Proceso fuentes vinculadas al caso. Quieren saber cómo funcionan los cárteles mexicanos, particularmente el de Sinaloa, y sus eventuales redes en el exterior. Incluso, las fuentes adelantaron la posibilidad de que una misión de la policía mexicana viaje a Argentina para intercambiar información in situ.
Los investigadores buscan ahora otros laboratorios clandestinos que serían regenteados por narcos mexicanos o sus cómplices locales, siempre en el Gran Buenos Aires.
En un galpón de la localidad de Ingeniero Maschwitz, la Policía encontró numerosos tambores con efedrina. El dueño del lugar resultó ser Manuel Poggi, director de Desarrollo Industrial del municipio. Estuvo prófugo hasta el miércoles 3, cuando se entregó.
La Policía realizó operativos similares en diferentes lugares del País por orden del juez a cargo de esta causa, Federico Faggionato. Contactos en Buenos Aires
Los mayores volúmenes de efedrina que llegan a este País provienen de la India, uno de los mayores productores mundiales de este precursor químico. Sus principales importadores argentinos son droguería Libertad, Uniforma S.A. (que pertenecía a Vilán) y farmacia Los Corrales.
Según fuentes de la investigación la efedrina empezó a ser triangulada desde esas tres empresas para borrar los rastros.
El juez Faggionato investiga particularmente a tres personas de nacionalidad argentina: Edelmiro González, de quien sospecha era el intermediario utilizado por el cártel de Sinaloa para adquirir la droga; y otros dos supuestos compradores del precursor, Raúl Ribet y Germán Benítez. Ribet fue detenido y los otros dos se encuentran prófugos.
La Policía también busca a Jesús Martínez, señalado como líder de la banda de narcos mexicanos que operaban en el laboratorio clandestino de Ingeniero Maschwitz. Durante el operativo para desmantelarlo, la Policía encontró la lista de contactos telefónicos de Rodríguez. En ella aparece el nombre de “Sebastián F”, quien, según los agentes investigadores, sería Sebastián Forza, uno de los tres empresarios asesinados y el que recibió la mayor cantidad de disparos.
De acuerdo con una nota publicada el 30 de agosto por el diario Clarín, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), organismo dependiente del Ministerio de Salud, y el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados presentaron denuncias contra los tres empresarios debido a que vendían medicamentos robados y adulterados. Utilizaban para ello facturas falsas y sociedades fantasmas.
Los investigadores creen que Forza fue presentado a la banda mexicana por Marcelo Tarzia, el único argentino detenido en el laboratorio clandestino y quien también era directivo de la empresa Pharma Trade Group.
Cuando fue arrestado, Tarzia dijo que asesoraba al supuesto líder de la banda mexicana para conseguir buenos contactos en curtidurías, ya que, según declaró, el prófugo Jesús Martínez se dedica a exportar cueros a México. Los demás mexicanos detenidos, que llegaron al País en grupos desde fines de 2007, dijeron ser plomeros o carpinteros.
La banda cayó debido a que la Policía recibió una llamada telefónica anónima con detalles precisos sobre el laboratorio clandestino. Los investigadores trabajan con dos hipótesis: que Forza fue el denunciante o que adulteró un cargamento de efedrina. “Tenía 500 kilos y le exigían una entrega de 700. Entonces ‘alargó’ el cargamento con otras sustancias, pero lo descubrieron”, dicen fuentes allegadas al caso.
Según éstas, Forza y los otros dos empresarios fueron citados el pasado 11 de agosto para “cerrar un trato”. Después de ello tenían planeado ir a festejar a una casa de fin de semana ubicada en el sur del Gran Buenos Aires. Se reunieron con otras tres personas y subieron a un automóvil. A los dos días los cuerpos de los tres empresarios aparecieron acribillados en una zanja.
A los 13 días, el socio de Forza, Ariel Vilán, cayó desde el noveno piso del edificio donde vivía su madre, en el cual se refugió después de que Forza fue asesinado. Según sus familiares, tenía miedo de ser asesinado. Fuentes involucradas en la investigación comentaron que dejó una nota explicando el motivo del suicidio.
Los investigadores siguen otra pista: que se trató de una “guerra” entre argentinos que se disputan el negocio de la provisión de efedrina a los narcos mexicanos.
Hasta el momento sólo una cosa es segura: los cárteles mexicanos buscan establecerse en Argentina. El dato
En Argentina la efedrina es legal y se usa en jarabes para la tos, broncodilatadores y hasta en gotas oftálmicas.
No hay producción local y se importa -previo registro y autorización- de China o India, principalmente.
La efedrina también puede utilizarse para fabricar metanfetaminas, cuyo principal productor es México y su principal consumidor Estados Unidos.
Esto hizo que el precursor químico interesara a los capos mexicanos, lo que a su vez obligó al Gobierno de México a prohibir cualquier comercializacion de la sustancia.Fuente: condor-nacional
"ARGENTINA - MÉXICO - NARCOTRÁFICO"...y el cartel de sinaloa...Comentado y publicado por Miguel...
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